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De Nuestras Uvas: Forcallat Tinta, fuerza levantisca

Es una variedad tinta cultivada tradicionalmente en el sureste español, en Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana y Murcia, donde sigue estando presente de manera casi residual.  Muy fértil, ofrece racimos de tamaño medio-grande, poco compactos y con bayas de tamaño medio, forma redonda, de color rojo violeta oscuro y, piel gruesa. De ella se obtienen mostos de poca intensidad de color, baja acidez y poco contenido en azúcar.

Texto: Óscar Checa Algarra. Fotos: MGWines (http://www.mgwinesgroup.com)

La historia no es nueva: primero, a finales del siglo XIX y comienzos del XX, la filoxera arrasó con la mayor parte del viñedo en España y luego, una vez superada la catástrofe, las variedades minoritarias, poco rentables o poco productivas se fueron abandonando o sustituyendo por otras. Ocurrió prácticamente en todas las zonas vitícolas de nuestro país, dejando un panorama mucho menos valioso desde el punto de vista de la diversidad biológica y botánica. Por eso, cada vez que se logra identificar una variedad antigua o que se localizan viejos viñedos que permiten investigar y trabajar con esas uvas utilizando los avances y técnicas actuales es motivo de alegría y júbilo. En primer lugar porque permite conservar la identidad propia y, en segundo lugar, porque enriquece la cultura enológica y gastronómica.

La variedad Forcallat Tinta es una de las que encontramos en esa lista. Es una uva que se da en la región suroriental de Castilla-La Mancha, la Comunidad Valenciana y Murcia y que, aunque se ha empezado a recuperar, ha estado al borde de la desaparición.  Nunca fue predominante pero ocupaba su terreno. Era una uva que despertaba sentimientos encontrados ya que, por un lado, se adapta bien a terrenos poco fértiles y es muy productiva (y en tiempo en los que se primaba la cantidad venía muy bien) pero, por otro, se trata de una planta vigorosa, con muchas ramificaciones y difícil de trabajar, especialmente por su alta sensibilidad a las enfermedades como el mildiu y la botritis. Su brotación y maduración tardía también acarreaba complicaciones por lo que, poco a poco, se fue abandonando y sustituyendo por otras variedades más fáciles de tratar.

Otras dos particularidades que antes se veían como negativas se han convertido en uno de los atractivos de la Forcallat Tinta (o Forcallá, como le dicen también en la zona levantina) para los nuevos viñadores. Su resistencia al estrés hídrico es la primera. Es decir, que aguanta bien la sequía y, con añadas cada vez más calurosas producto del inexorable cambio climático, eso es un factor clave, a tener muy en cuenta. La segunda tiene que ver con los mostos que se extraen de sus uvas: son ligeros, de poca intensidad cromática, baja acidez y poco grado alcohólico… algo por lo que siempre se la despreciaba pero que cuadra con lo que actualmente se busca en los vinos.

Rosados notables

Esa escasa intensidad colorante y un carácter extraño que (para algunos) le aportan las largas maceraciones, la hace, en principio, poco apta para la elaboración de tintos. Pero precisamente ese ha sido el reto que han asumido los viticultores que han decidido recuperar esta variedad. Rafael Cambra, en Fontanars dels Alforins (Valencia), La Encina, en Villena (Alicante) o Casa Corredor, en Caudete (Albacete) son algunos de los pocos pero destacados ejemplos. La Forcallá de Antonia (Rafael Cambra) y el Forcallat (La Encina) ya están en el mercado (con una producción pequeña pero exitosa) y, próximamente, saldrá el de Casa Corredor. Son vinos muy curiosos que presentan una miscelánea de frutos rojos, flores blancas, algo de cítrico, notas herbáceas frescas e incluso algo de frutos secos.

Pero a la particularidad de estos vinos tintos hay que sumar una vuelta más: el blanc de noirs elaborado por La Encina y el rosado que acaba de ver la luz de Casa Corredor. La Forcallat Tinta posee cualidades notables para la elaboración de rosados y el Alagú Rosé lo demuestra.  Es fresco, ligero, de elegantes aromas florales y de fruta roja, con buena acidez, equilibrado, largo, persistente. Su color pálido contrasta con todos los matices que desprende la copa, lo que lo hace muy atractivo. Al parecer, los romanos utilizaban la expresión ‘alagú’ para brindar y celebrar aquello que les gustaba, aquello por lo que se sentían especialmente orgullosos. Eso ha inspirado a Casa Corredor para poner el nombre a su nuevo rosado. Bien puede ser la palabra que utilicemos para festejar y aplaudir ese proyecto de recuperación de la uva Forcallat Tinta por su parte y por la del resto de osados y valientes bodegueros. A nosotros también nos parece algo absolutamente seductor. ¡Alagú!

 

LAURA RAMOS

Enóloga

Casa Corredor-MG Wines Group (Caudete, Albacete, Castilla-La Mancha / Alicante)

 

¿Qué destacarías de la variedad Forcallat? Es todo un tesoro de la zona de Levante. Para mí, todo son ventajas, aunque en su momento no se vio así y se arrancaron muchas vides para dejar paso a variedades más productivas. Yo estoy encantada de poder trabajar con ella porque es muy versátil. Da unos vinos con poco color y poca graduación, en la línea de lo que busca el nuevo consumidor.

¿Es difícil de trabajar? No, es una variedad que se adapta muy bien a la zona de Levante, ya que soporta sin problemas la falta de agua y las temperaturas de verano.

¿Cómo definirías los vinos elaborados con ella? Son vinos frescos, muy finos. En el caso del nuestro, de Alagú Rosé, se trata de un vino de una personalidad arrolladora: floral y fresco en nariz, y equilibrado y persistente en boca.

¿En qué situación está actualmente esta variedad? En el siglo pasado estaba muy extendida por la zona sureste de España (Comunidad Valenciana, Región de Murcia y Castilla-La Mancha) aunque, como decía, con la reestructuración de los viñedos empezaron a arrancarla para plantar variedades foráneas. Hace unos años estaba casi abandonada. Hoy quedan muy pocas hectáreas por esta zona pero son viñedos muy antiguos que darán mucho juego para los vinos del presente.

¿Por qué decidisteis apostar por ella? Casa Corredor es una bodega que apuesta por variedades autóctonas para crear vinos singulares. Así, buscábamos una que se adaptara bien al terreno y que fuera minoritaria. Cuando conocí la Forcallat, me gustó mucho y empezamos a trabajar con ella. Era perfecta para conseguir los vinos ligeros y frescos que queríamos hacer.

Y el proyecto se ha materializado en un vino rosado. ¿Por qué no un tinto? Bueno, la idea era elaborar un vino tinto… y no la hemos abandonado, claro: nuestro Forcallat tinto está ahora mismo afinándose en barrica y aún no ha salido al mercado. Nos pareció interesante darle este paso por barrica para lograr un producto más redondo. Pero cuando vimos las características de esta uva pensamos que teníamos un buen material para elaborar un rosado, que podría resultar un vino muy elegante. Así que, como me encantan los retos, nos lanzamos a ello.

Es el primer vino que sacáis de esta variedad, ¿verdad? ¿Cuándo lo pusistéis en el mercado? ¿Cómo ha respondido el consumidor? Sí, el Alagú Rosé es el primer vino de la variedad Forcallat que comercializamos y salió al mercado hace solo unos meses. Es un rosado rompedor y singular y ha tenido una acogida excelente porque se trata de un vino atemporal, apetecible en cualquier época del año.

¿Con qué nos recomiendas probar este vino? A mí en encanta con salazones de esta comarca (hueva, mojama…) y, por supuesto, muy recomendable con un buen arroz de marisco.

 

 

 

 

 

 

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