La vendimia 2025 se cierra con una producción estimada de 35 millones de kilos de uva, en una campaña marcada por el mildiu y la ola de calor. La solidez del sistema de criaderas y soleras garantiza la calidad y disponibilidad de los vinos de Jerez y la Manzanilla, más allá de las oscilaciones de cada cosecha.
El Consejo Regulador de las Denominaciones de Origen “Jerez-Xérès-Sherry” y “Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda” ha dado por concluida la vendimia 2025, que comenzó oficialmente el pasado 5 de agosto. A estas alturas, únicamente se mantiene la entrada en lagar de pequeñas partidas de uva destinadas al asoleo para la elaboración de vinos dulces, por lo que puede darse la campaña prácticamente por cerrada.
Fuerte incidencia del mildiu
La vendimia se salda con una producción total estimada de 35 millones de kilos de uva, lo que supone un rendimiento medio de 5.500 kilos por hectárea. Estos datos confirman una campaña corta y compleja, marcada en primer lugar por la fuerte incidencia del mildiu como consecuencia de las lluvias registradas en mayo. Esta causa redujo las expectativas de cosecha en torno a un 30% respecto al año pasado.
Junto a esta reducción de volumen, se ha unido una intensa ola de calor durante el verano, que complicó el proceso de maduración de la uva. La ausencia de la tradicional “blandura nocturna” —esa humedad y frescor aportados por la cercanía del mar y los rocíos— provocó que la viña no recuperara por las noches, dando lugar a una uva que perdió líquido y, con ello, peso.
Buen estado sanitario y grado adecuado
A pesar de estas complicaciones, los técnicos del Consejo destacan que la uva ha llegado a los lagares en buen estado sanitario y con un grado medio en torno a los 12,5º, parámetros que aseguran una correcta vinificación. El esfuerzo de los viticultores ha sido determinante para afrontar con éxito una campaña que exigía vigilancia constante y decisiones rápidas en el momento de la recolección.
La solidez del sistema de crianza
Desde el Consejo Regulador se recuerda que los vinos de Jerez y la Manzanilla de Sanlúcar cuentan con una particularidad única: su calidad y disponibilidad en el mercado no dependen de una sola vendimia. Gracias al sistema de criaderas y soleras, las bodegas pueden compensar los efectos de campañas más cortas o complicadas con la aportación de otras más generosas, como la de 2024, que fue especialmente abundante.
Este modelo de crianza, basado en la mezcla dinámica de distintas cosechas a lo largo del tiempo, garantiza tanto la continuidad y calidad de los vinos como la diversidad y riqueza de estilos que caracterizan al Marco de Jerez.
Una mirada a largo plazo
Cada vendimia presenta sus propios retos, pero en conjunto, todas forman parte de un proceso en el que la experiencia de viticultores y bodegueros, unida a las características singulares de la zona, permite elaborar unos vinos de calidad internacionalmente reconocida.
El Consejo Regulador subraya que esta campaña, aunque corta en volumen, vuelve a poner de relieve la capacidad de adaptación del viñedo del Marco a las extremas condiciones climatológicas y la solidez de un sistema de crianza que trasciende las variaciones de cada año agrícola.