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Valencia: Apicius, en plena madurez de su cocina de vanguardia

El restaurante de Yvonne Arcidiacono y Enrique Medina, abierto en 2007 en Valencia en la zona del estadio de fútbol del Mestalla (Eolo, 7), alcanza en su décimo aniversario la plena madurez de una cocina de vanguardia y de máximo culto al producto. Sutil, equilibrada, con la chispa justa y el indiscutible protagonismo del producto de temporada, que se mima hasta rozar la obsesión, son las bases de la cocina de estos jóvenes hosteleros cuyo personal proyecto ya se ha convertido en uno de los referentes gastronómicos de la ciudad del Turia. En la imagen, su bonito del Mediterráneo.  

Apicius, que con su nombre rinde culto al gastrónomo romano Marcus Gavius Apicius, es hoy más que una de las direcciones gastronómicas más interesantes de Valencia: es la casa soñada por Yvonne y Enrique, una joven pareja que hace 10 años emprendió su proyecto más personal tras una larga trayectoria profesional dentro y fuera de nuestras fronteras. Tras los fogones se encuentra Enrique Medina, zaragozano de nacimiento, que supo desde pequeño que quería ser cocinero. Su vocación le llevó a formarse en la Escuela de Hostelería de Barcelona, ciudad en la que realizó diferentes stages. Después, se trasladó a Francia donde trabajó en el dos estrellas Michelin Les Jardins de l’Opera (Toulosse) y en el dos estrellas Michelin La Bastide de Saint Antoine, de los que heredó su precisión académica y aprendió a dominar con destreza la cocina del foie y de la trufa. De ahí dio el salto a Mallorca al entonces Relais & Chateaux Hotel Son Net, donde conoció a Yvonne, quién trabajaba como sumiller y jefa de sala. Desde entonces, tuvieron muy claro que querían emprender juntos un proyecto no sólo de vida sino de profesión que en 2007 se hizo realidad con la apertura de Apicius.

ACADEMICISMO FRANCÉS, INFLUENCIA MEDITERRÁNEA Y RAÍCES DE INTERIOR

Ubicado en Valencia, en la zona del estadio de fútbol del Mestalla, Apicius en un restaurante en constante evolución que se adapta a la idiosincrasia y personalidad del valenciano. A lo largo de estos 10 años, Enrique se ha ido haciendo un hueco entre los chefs más prometedores del panorama actual gracias a su carácter meticuloso y perfeccionista que da como resultado una cocina elegante, sobria, con un toque de chispa y en la que el producto se convierte en el máximo protagonista de elaboraciones propias de la alta cocina. Una cocina que mira al Mar Mediterráneo sin darle la espalda al interior ya que la influencia cultural de su tierra natal han sido decisivas a la hora de definir su estilo culinario. Así domina con precisión tanto la elaboración de arroces marineros y pescados, como la de guisos a base de caza y setas. De esta manera en la despensa de Apicius podemos encontrar el cochinillo de Segovia, las mollejas de ternera de Ávila, el pichón del sur de Francia traído directamente de la localidad de Lombers y los espárragos de Tudela del Duero junto a fresquísimos pescados y mariscos que el propio Enrique se encarga de comprar a diario en la lonja de Cullera o el atún rojo de Balfegó.

Una cocina de culto al producto en el que cada plato tiene una raíz y se compone de ingredientes con significado propio. Platos únicos que va dando vida a una carta que evoluciona y se renueva cada temporada. Así, junto a los intocables de la casa como el carpaccio de presa ibérica con un toque ahumado muy personal, el crujiente cochinillo de Segovia sobre un suave pastel de manzana o los huevos de corral que cada temporada se acompañan de productos de estación, se encuentran nuevas creaciones como el sashimi templado de atún rojo, la escalibada a la llama con serrín de turrón o la ostra con callo y caviar sin olvidarnos de su arroz marinero con un punto de cremosidad perfecta. Y como punto culmen, postres como el chocolate con especias en texturas o la tarta Tatin.

Una propuesta que se puede disfrutar a la carta o a través de uno de sus tres menús: el de mediodía por 28 euros, Degustación del Chef por 40 euros y Carta Blanca por 54 euros.

VINOS ALEMANES COMO PROTAGONISTAS DE SU BODEGA

Apasionada del vino y buena conocedora de los vinos blancos de Alemania, su país natal, Yvonne es la encargada de buscar e importar personalmente referencias poco o casi desconocidas en nuestro país que mariden con cada uno de los platos de la carta. Aquí los vinos del Rin conviven con etiquetas nacional para dar componer una bodega a la vista del comensal que atesora 350 referencias.

EL TRIUNFO DE LO ATEMPORAL

“Un espacio atemporal al que venir si quiere comer bien y disfrutar de la alta gastronomía”, así define Ivonne a su restaurante. Y es que efectivamente se trata de un espacio sencillo y atemporal, sin estridencias que desvíen la atención de lo verdaderamente importante aquí: comer bien. Al entrar el cliente se encuentra con una barra con vistas a la bodega y que sirve de espera para poder tomar el aperitivo. Llaman la atención unas grandes puertas correderas tras las cuales se encuentra el salón con capacidad para 30 personas con sillas de terciopelo y mesas vestidas con mantelería blanca sobre la que se apoya una sencilla vajilla. Una acogedora puesta en escena que se refuerza con un suelo de madera y paredes pintadas en verde agua invitando al sosiego.

En definitiva, un restaurante en el que se plasma la identidad de esta joven pareja que ha conseguido hacer de su vocación, su profesión y su estilo de vida.

 

 

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