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EroGastronomía

Afrodita, diosa de la belleza, el amor, el deseo y la reproducción de la mitología griega, está presente en el nombre que se le da a todas aquellas sustancias, alimentos o bebidas, que son capaces de excitar a o estimular el apetito sexual de una persona. Por otro lado, Eros es dios responsable de la atracción, del amor y la fertilidad. Existe una gran similitud entre la Gastronomía y el Erotismo. Comer, chupar, morder, son expresiones que recuerdan la relación entre la comida y la satisfacción sexual. Por eso pensamos que la “erogastronomía” es una manera elegante de llamar a la experiencia afrodisiaca sexual  gastronómica.

Por Efa Rimoldi

“Aguijonear” el deseo amoroso

¿Cómo definir un afrodisiaco? Digamos que es cualquier substancia o actividad que “aguijonea” el deseo amoroso. Algunos tienen fundamento científico, pero la mayoría actúan por impulso de la imaginación. Cada cultura y cada persona reaccionan ante ellos a su manera. Durante miles de años la Humanidad ha ensayado diferentes posibilidades en la búsqueda interesante de nuevos alicientes, que ha conducido a la pornografía y a la creación del arte erótico.

Los afrodisíacos son el puente entre la gula y la lujuria. En un mundo perfecto, supongo que cualquier alimento natural, sano y fresco, atractivo a la vista, sabroso y liviano – es decir, las mismas virtudes que uno desea en su pareja – seria afrodisíaco en el ambiente propicio. Desde el comienzo de la historia, el hombre ha buscado alimentos mágicos y pócimas para seducir a su pareja y potenciar el encuentro. En todas las culturas y en todas las épocas, encontrar el máximo placer ha sido uno de los objetivos humanos. La prolongación, la diversión y la innovación permanente han hecho que el hombre busque con afán encontrar miles de fórmulas para aumentar su deseo.

La sugestión también puede explicar el éxito indiscutible de muchos y extraños preparados afrodisiacos, que encontramos en todas las civilizaciones del planeta. De los afrodisiacos «clásicos», los dos más famosos en la historia son: el polvo de cuernos de rinoceronte y la mandrágora, que, en tiempos más recientes, no han podido sustentar científicamente la fama de la que venían procedidos y simplemente los análisis los han desacreditado y han caído en el olvido.

Entre las diferentes  culturas, quizás los griegos han contribuido más que nadie a la difusión del concepto del amor y a la gastronomía afrodisiaca, acaso porque incorporan la pasión física de forma natural a su forma de vida. Adoran a Afrodita, que representa el concentrado de la belleza y la sexualidad libre de toda inhibición. Es natural y frecuente el uso de todo tipo de pócimas y alimentos que contribuían a «desarrollar los instintos que tenían en común con las bestias y los dioses». Los hindúes, le dan al amor el valor de un sacramento. En cierta forma, el sexo es energía, lo mismo que los alimentos y por lo tanto se pueden relacionar ambos, como semillas del ser y del espíritu. Ambos son los vínculos entre los seres vivos, la energía vital.

Magia, alquimia y seducción

La gastronomía afrodisiaca ha tenido un poderoso aliado en el entorno, e influye en el arte de desarrollar el concepto de sensualidad, en todo tiempo y lugar. Dependiendo de la cultura y la moda, los diversos pueblos han puesto toda su atención en el decorado tanto en el ambiente como de los diversos manjares. La mezcla de aromas y perfumes, música, flores, velas, manteles, cubiertos, cristales y loza, en mil combinaciones, han contribuido a crear los ambientes de magia, alquimia  y seducción de la Erogastronomía.

Desde hace miles de años en la cultura china, la filosofía Tao, recomienda el equilibrio perfecto entre sus principios rectores, el Yin (femenino), el Yang (masculino), y el Chi (espíritu y energía). Vinculan también la sensualidad con el cosmos y sugieren llegar a un equilibrio entre el Yin y el Yang para producir las vibraciones buenas. Privilegia el Hipotálamo, región del cerebro, que regula el estímulo sexual y también el hambre y la sed, por lo se que acepta que estas actividades están estrechamente vinculadas. En otro tiempo y lugar, en la última década del siglo XX, en San Francisco existía el restaurante «Maison Dorée» donde ofrecían un plato afrodisiaco llamado «Ostras de la Montaña» que en realidad preparaban con testículos de toro y recomendaban consumirlo en las habitaciones privadas del establecimiento, porque aseguraban un afecto inmediato. ¿Verdad o mentira? Los estudios científicos sobre los afrodisiacos no son pocos y diversas investigaciones han determinado que no hay relación entre la excitación sexual y la ingesta de ciertos alimentos.

Las formas del erotismo

Lo que si existen son comidas con niveles calóricos y energéticos muy altos, que no sirven de nada si no están acompañados de determinados condimentos básicos para una relación sexual satisfactoria. Algunos especialistas en sexualidad afirman que no hay ninguna comida afrodisiaca, sino alimentos que poseen formas respectivas que nos recuerdan a los órganos genitales o que pueden comerse de una forma erótica y sensual. Tal es el caso de los espárragos y los plátanos, que estimulan la libido por su forma fálica. Hasta el momento, los únicos afrodisiacos que cuentan con el respaldo de diversas investigaciones científicas, son los producidos por el cuerpo humano: las feromonas ya que son potentes «imanes» que provocan la atracción sexual. ¿Son los alimentos, los sentidos y los recuerdos elementos suficientes para crear la atmósfera “erogastronómica” perfecta? ¿y se imaginan la misma experiencia afrodisiaca sin compañía?

«La belleza de las cosas existe en el espíritu de quien las contempla». David Hume

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