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María Merino publica «Desayuno con garbanzos. Comer sano es fácil»

¿Es el desayuno la comida más importante del día? ¿Hay que tomar siempre fruta, cereales y lácteos? ¿Baja el rendimiento escolar si los niños no desayunan correctamente?. Es lo que se pregunta la nutricionista María Merino en su libro «Desayuno con garbanzos. Comer sano es fácil», editado por La Esfera de los Libros en su colección Salud.

La autora de este libro, dietista nutricionista, se hizo «famosa» por dar de desayunar garbanzos a su hijo de apenas dos años. Concienciada con la alimentación infantil saludable, rompe en estas páginas varios mitos sobre la supuesta comida más importante del día: el desayuno. Y apuesta por un equilibrio en el que lo único importante, afirma, es que sea comida real para evitar problemas de salud.

EN BOCA DE LA AUTORA
Dice María Merino que la definición que mejor se ajusta al concepto de «comida real» es todo aquel alimento procedente de la naturaleza que no haya sido procesado. «No obstante, cabe matizar que, aunque nuestra alimentación debe basarse en comida real, hay muchos alimentos mínimamente procesados que también son saludables y recomendados, como la leche que únicamente ha sufrido un proceso de uperización o un yogur natural al que simplemente se le hayan añadido fermentos a la leche», puntualiza la nutricionista.
En las páginas de «Desayuno con garbanzos», Merino dedica uno de los capítulos a tumbar varios mitos y creencias populares que aún perduran en el imaginario colectivo. Entre ellos, el más popular sea probablemente el consabido dicho de que el desayuno es la comida más importante del día, una idea que ella desmiente y que, a su juicio, ha logrado arraigar en la sociedad gracias a la publicidad. «La coletilla que añade «del desayuno» a ciertos alimentos, como los cereales, las galletas o los panecillos, ha conseguido establecerlo en nuestra mente de una forma crónica», asegura. «Hoy en día nadie se echa las manos a la cabeza si le dices que tu hijo desayuna cereales azucarados o bollería, pero cuidado con decir que desayuna unos huevos revueltos, pan integral con aguacate, las sobras de la noche anterior o un puñado de garbanzos». Del mismo modo, también sostiene que este mito «se ha acentuado (y se acentúa) gracias a entidades científicas, asociaciones y organizaciones que avalan este tipo de productos».
En su discurso, Merino recalca que, en cuestiones de alimentación, calidad y precio no tienen por qué estar reñidas. De ahí que afirme que, además de sencillo, comer bien también puede ser barato. «No es necesario comprar ecológico o bio para comer sano (a menudo, se confunde sano con ecológico y viceversa, y no es así). Pero, sobre todo, comer bien será barato si dejas de comprar esos productos insanos que están perjudicando tu dieta y tu salud e inviertes ese dinero en alimentos saludables, como frutas o verduras. Un kilo de manzanas puede costarnos apenas un euro», cita como ejemplo.

En esta misma línea, la autora opina que, «la pandemia de sobrepeso es tan notable que ha hecho reflexionar a la población sobre el aumento de la obesidad infantil». Además, considera que el hecho de que los problemas de salud digestivos sean cada vez son más comunes, desde intolerancias y malabsorciones hasta digestiones pesadas o complicaciones en el tránsito intestinal, es otro de los motivos por los que, de manera progresiva, la sociedad cada vez está más concienciada sobre la importancia de llevar una alimentación correcta y un estilo de vida saludable.

A su juicio, a ello contribuyen también factores como el trabajo de los dietistas nutricionistas y la difusión («tanto para la bueno como para lo malo») que permiten las redes sociales. Sin embargo, todavía queda camino por recorrer. «Sinceramente, creo que hemos mejorado algo, pero que queda mucho por hacer», asegura Merino. «Las mejoras son notables, por ejemplo, con los menús escolares, lo que hace que se tenga en cuenta y se dé importancia a la alimentación. Pero, a su vez, todavía hoy encontramos libros de texto con datos obsoletos, erróneos e incluso incoherentes sobre alimentación, que enseñan a los niños cosas como la pirámide alimentaria o que podemos comer bollería si lo hacemos de forma ocasional. Sueño con que, en un futuro no muy lejano, se añada la asignatura de Alimentación y nutrición en los proyectos educativos».

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