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SOTA DE COPAS: Vinos afortunados

Icono tradicional y con merecida cátedra en la picaresca clásica española, la sota es provocadora: Siempre con una copa en la mano. ¿Vacía o llena? Imposible saber, pues es parte del juego. Esta figura, que es un 10 –en todos los sentidos- seguirá sonriendo con la ambigüedad de la Monalisa mientras nosotros seguimos confinados a la espera de descubrir nuevos paisajes, nuevos campos de juego, nuevos terruños, que hoy vienen de sitios paradisíacos, donde podremos brindar en este verano de órdago. En la imagen, ÁN 2017 de Bodegas Ánima Negra.

Por Javier Fernández Piera

Án 2017, Bodegas Ánima Negra, Vino de la Tierra de Mallorca

100% Callet

La Isla de la Calma dejó de serlo con la invasión turística. Pero por mucho que los alemanes, ingleses y demás fanáticos de esta isla pongan el ojo en las playas y en la costa, el verdadero misterio de la Isla Mayor de Baleares radica en su sierra y en su complicada morfología. Clima mediterráneo, que en un suelo pobre y de corte mineral, es ideal para estresar el viñedo para que saque lo mejor de sí. Y más aún si tiene que competir con otros frutales plantados en la viña, casi al modo romano. En esas condiciones, el mérito es domar a esta isleña joven, atractiva y algo salvaje. Se respeta su hábitat: agricultura ecológica, sostenible, y mucho mimo. Porque la vendimia es manual, y el paso por madera, de más de un año, de roble francés muy fino. Un estilo afrancesado para dar coherencia al consumidor de la zona. Pero el resultado es un vino silvestre. Evoca frescura, originalidad, tipicidad, con multitud de aromas ricos y complejos. Con notas de frutas silvestres, perfume floral y hierbas aromáticas, en boca es sedoso, sabroso, frutal, fresco, expresivo, y con un final largo y elegante. Será maravilloso…

 

Humboldt Blanco, Bodegas Insulares Tenerife, DOP Tacoronte Acentejo

100% Listán Blanca

Exploradores y aventureros en su camino a las américas han puesto Canarias en el mapa. Han puesto las islas, pero también su exuberante naturaleza, su exotismo, su fauna, su flora… Y un conjunto antropológico que enamora. Con unos atributos así, es normal que los vinos también enamoren. Humboldt sólo estuvo unos días, pero le marcaron. Quizá por eso estos vinos llevan su nombre, desde luego, marcan diferencia. La uva, de nuevo, es una isleña, niña bonita, exótica,… Pero en esta elaboración, además se la ha adulterado, en el mejor de los sentidos, pues se ha añadido alcohol -siempre vínico- a la fiesta. Cuando la uva es vino, cuando la niña es mujer, se le sube de 8º a 18º, palabras mayores. Pero la educación continua: 15 años en barrica de roble americano, y cuando el paisaje se embotella, se espera un año más. Sin prisa, con ganas, dejando lo mejor para el final. Su graduación al final es de campeonato, por eso es vino de licor, no engaña. Perfecto para quesos, a poder ser también isleños. Untuoso, con aromas especiados de madera sobre la fruta dulce, en un sabor que, como un beso canario, es inolvidable.

 

Forastera 2017, Bodegas El Sitio, D.O.P. Islas Canarias

100% Forastera Blanca

Las otras eran de allí, pero esta es forastera, como el calor que viene de repente. En este caso viene de La Gomera, de los pocos lugares del mundo que es Patrimonio de la Unesco y Reserva Mundial de la Biosfera, porque se trata casi de un parque jurásico intacto, casi. Lo canario no es autóctono aquí pues es todo auténtico y distinto. En el Parque Nacional de Garajonay, donde los pastores se comunican con el silbo tradicional, en una de sus cotas más altas –a más de mil metros-, en balcón hacia el Atlántico, hay una parcela llamada El Rajadero –municipio de Valle Hermoso- con cepas viejas de Forastera Gomera sobre suelo volcánico. Es de película. La vendimia tiene que ser manual, y valiente, porque además la producción es mínima. Se intenta aprovechar al máximo el aroma que porta este fruto del paraíso, y la fermentación se hace en depósito de acero inoxidable, y se añade complejidad dejando criar en lías durante más de 3 meses. La Forastera es austera, vino blanco muy seco pero muy refrescante, y afrutado (limón, manzana), con aromas de monte salvaje, en honor al peculiar terruño de origen.

 

Lo bueno de las islas es que conoces gente muy diferente, como estas variedades que se dan, mayoritariamente, en estos paraísos. Son personalidades diferentes, para todos los gustos, y con ese exotismo que les hace más deseadas. Desde que nos confinaron hemos deseando salir con más ganas, y con estos vinos tenemos la doble motivación de hacerlo y de hacerlo en nuestra España algo desconocida, ayudando a la economía nacional. Son terruños especiales por los suelos, los climas, los vientos,… pero sobre todo, porque el resultado son vinos extraordinarios, jugadas ganadoras. Moderación y  buena compañía. En la mesa mejor, y si aguantan en la mesa de juego ¡mejor aún! Sólo una advertencia, hay muy pocas botellas de cada uno, y la sota ya ha llenado su copa…

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