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TÉ PARA DOS: Concha Crespo

Valenciana de Moncada y licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad San Pablo CEU, Concha Crespo lleva casi tres décadas en el mundo de la comunicación gastronómica, donde fue pionera haciendo reportajes de restaurantes durante doce años en “Madrid Directo” (Telemadrid) y durante seis más en “España Directo” (RTVE).

Texto: Luis Ramírez. Fotos: Concha Crespo

De esa manera se introdujo en todos los hogares cuando la buena mesa no tenía ni tanta presencia ni tanto prestigio. Hoy sigue en plena forma, reivindicando la bien ganada condición de influencer, ofreciendo proyectos a las nuevas televisiones, el último centrado en las mujeres que están alrededor de los grandes chefs, mientras se apresta también a convertirse en imagen y responsable de la selección de productos en el marketplace Escaparate Gourmet, en plena etapa de lanzamiento. Es autora de dos libros: “Mis chefs en directo” y “Cocineros que tendrán estrella”.

Durante un relajante encuentro estival en la terraza de Michele´s, el bar que su amigo Michele de Vita acaba de inaugurar en el paseo de Pintor Rosales de Madrid (un bello espacio frente al Parque del Oeste que ojalá recupere pronto su pasado esplendor), sometemos a Concha a nuestro cuestionario alternativo.

¿Cuál es su personaje histórico favorito? Madame Curie

¿Y su personaje de ficción? Escarlata O´Hara

Recomiéndenos un libro…”La insoportable levedad del ser”, de Milan Kundera

¿Cuál es su viaje favorito? La Habana, siempre La Habana.

¿Y su viaje pendiente? Tailandia, Vietnam, el sudeste asiático en general.

¿Cuál es su comida favorita? La paella, por todos los recuerdos de infancia, pero me gusta mucho también la ensaladilla rusa, pero con un pequeño añadido de trufa. Es decir, lo ordinario con un pequeño toque extraordinario.

¿Qué le encanta preparar en casa? También la paella y, sobre todo,  una salsa de tomate. La hago cuando estoy baja de ánimo con buenos tomates, algo de romero, muchas cebollas de distintos tipos y aceite de oliva Virgen Extra. La voy machacando durante cinco o seis horas con el tenedor de madera.

¿Qué le pide a un vino? Que huela muy bien. Que me lleve al campo de donde viene, a los frutos rojos si es joven y a la barrica si es más maduro y a todos los cambios que experimenta allí. Y luego le pido que me guste en boca y me sorprenda. Soy de Riberas, de Jumilla, de Monastrell, de Petit Verdot… He probado vinos fabulosos.

¿Cuál sería un buen ejemplo de armonía entre un vino y una receta? Por ejemplo, cocido con champagne, como le gusta a mi amigo Michele.

¿Qué ve últimamente en televisión? Los documentales de gastronomía de Netflix, que hay miles, y poco más, quizá alguna serie. Recurro a la tele para parar el tiempo o para salirme del tiempo.

¿Dónde le gustaría vivir? En la playa, en la costa, siempre con el mar cerca. Este verano me he recorrido la costa levantina hasta Alicante y por todas partes he estado buscando la casa ideal. Todo el mundo me pregunta si volveré al Mediterráneo y es probable. Sería cerrar el círculo aunque me cuesta asumirlo. No reniego nada de lo que he hecho en los últimos 30 años pero puede que haya que poner punto final a una etapa.

¿Cuál es su posesión más preciada? El sentido del humor y la alegría. Y se lo he enseñado a mis hijos.

¿Su ocupación favorita? Cocinar me encanta, igual que viajar y leer, sobre todo novelas gastronómicas.

¿Cuál considera que ha sido su mayor logro? Mis hijos, porque estoy muy orgullosa de ellos. Tienen 17 y 14 años y son los mejores.

¿Qué talento le hubiera gustado tener? La paciencia que no tengo, aunque estoy ejercitándola, siguiendo la idea de mi madre de que es la madre de todas las ciencias. Empiezo a ver los frutos.

¿Cuál será la meta de su próxima carrera? La paz, la tranquilidad, la belleza, la calma…

Si tuviera que destacar un rasgo de su carácter… En este momento, la flexibilidad y la capacidad de adaptación. También me lo he trabajado y empiezo a obtener frutos.

¿Cuándo derramó la última lágrima? Leyendo la novela “Bajo el sol de Kenia”, de Bárbara Wood, que me ha emocionado. También he llorado de impotencia, pero se me pasa pronto porque me esfuerzo por ser positiva.

¿Qué cualidad valora en las personas? La lealtad

¿Y en Concha Crespo? Yo soy muy leal también, pero destacaría la alegría y la positividad.

¿Lo que más detesta? La mezquindad. Yo voy a pecho descubierto cuando doy algo, lo doy todo y eso quiero de los demás. No soporto la falta de generosidad.

¿Qué le inspira indulgencia? La torpeza de quienes no tienen la suerte de estar formados y cometen muchos errores por ser torpes. También puede proceder de la falta de atención. La perdono y me alejo de ella, porque necesito que la gente me esté siempre aportando.

¿Qué le parte el corazón? Me viene a la mente una imagen en un hotel de Tokio, donde las limpiadoras eran señoras muy mayores y con las piernas arqueadas. Limpiaban muy deprisa y me conmovió que tuvieran que trabajar así a esa edad. También la pederastia o la prostitución infantil. Pero la ausencia de calidad de vida en la vejez me parece terrible.

¿Qué le alegra la vida? Mi hijo Rodrigo cuando abre los ojos por la mañana con una sonrisa y me alegra el día. También las amigas y los amigos, por este orden, me hacen feliz.

Si pudiera cambiar una sola cosa del mundo… A todos los gobernantes los mandaría a hacer cocidos, a cocinar. Me entristece que mediocres y malvados puedan llegar a gobernar.

¿Qué música escucha? Bossanova, jazz, blues… Y en el coche, siempre la radio, cada vez menos noticias y más música.

¿Cuál es su lema? Mi mantra es “acepto, confío, entrego y agradezco”. Pero también son lemas “que sea lo que Dios quiera” o “lo que tenga que ser, será”

ORIGEN, la revista

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