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Pradorey promueve sus experiencias de enoturismo en la Ribera del Duero

Bodega y Viñedos Pradorey está en la localidad burgalesa de Gumiel de Mercado, en plena Ribera del Duero, un entorno privilegiado donde, ahora más que nunca, el tiempo se detiene mientras no dejan de suceder cosas a lo largo del fin de semana. Finca + bodega + cata + gastronomía + sueño reparador en una posada con mucha historia… y en verano, chapuzón. Por supuesto, también se puede optar por el plan más clásico para cualquier día del año -igualmente interesante y didáctico- en el que se recorre la majestuosa finca, la bodega con todos sus rincones y se catan tres referencias.

Casi todo el mundo ha hecho enoturismo alguna vez en la vida, pero… ¿quién puede decir que después de una cata ha dormido en los mismos aposentos que Felipe III, Lope de Vega o Rubens? Pues los que han ido al ‘Planazo de Pradorey’ (Carretera CL – 619 km 66, 1. Gumiel de Mercado, Burgos. Tel. 947 54 69 00. www.pradorey.es), y es que como su propio nombre indica, esta escapada de fin de semana es toda una experiencia. Dos días que equivalen a un mes de desconexión gracias a su cuidada propuesta enogastronómica en un entorno natural, donde las preocupaciones no existen, con visita a la bodega y su correspondiente cata de vinos, comida tradicional de la zona y hospedaje en su Posada, un edificio cargado de historia. Es perfecto para disfrutar en cualquier época del año, pero ahora, en verano, además tiene piscina.

Cuando Isabel la Católica se enamoró de la finca de Ventosilla en Aranda de Duero y la hizo suya en 1503, por algo sería… Para entender ese flechazo, nada como vivir en primera persona el Planazo de Pradorey, para el que nos esperan ya con una copa de vino en la mano.

Dormir en una posada llena de historia

Este original pack de enoturismo incluye dos noches de alojamiento en la mágica Posada -propiedad de la familia Cremades, al igual que la bodega- una joya de estilo herreriano que data del s. XVII y que ha acogido a ilustres personajes a lo largo de la historia como Juana la Loca, Cervantes, Felipe IV y por supuesto el Duque de Lerma, que la reconstruyó sobre las ruinas del pabellón de caza de los Reyes Católicos en 1601 para albergar al rey Felipe III. Con esta historia -y la que guardan cada uno de sus visitantes: por ejemplo, Rubens terminó aquí el famoso retrato ecuestre del Duque de Lerma que ahora está en el Museo del Prado pero que pasó muchos años en las paredes de esta construcción, se trata sin duda de uno de los alojamientos más singulares y recomendados de la zona. Sus 18 habitaciones son perfectas para desconectar de la rutina y también para relajarse y encontrarse con uno mismo en un ambiente cercano y familiar. Además, durante los meses estivales abren la bonita piscina ubicada en uno de los laterales del edificio y el plan se va convirtiendo en imprescindible.

Gastronomía local

Los días (sábado y domingo) empiezan con un completo y casero desayuno para tener energía el resto de la jornada y con opciones para todos los gustos: zumo de naranja natural, fruta, yogures, bizcocho casero, croissants de la La Horra, tostadas en versión dulce o salada, jamón ibérico y pavo… y leche de su ganadería.

Las cenas (viernes y sábado) son 100% tradicionales, de esas de mojar pan en las salsas y en las que es imposible renunciar al postre. Pero el ‘plato fuerte’ es la comida del sábado y por supuesto incluye el cordero lechal, estrella indiscutible de la zona. Dan la opción de disfrutar de esta comida en la misma Posada o de comer en alguno de los restaurantes de la zona y pasear por Aranda si se prefiere.

Enoturismo, que es a lo que venimos

Su idea es que cada visitante se empape de la pasión que transmite Pradorey por el mundo del vino y todo lo que lo rodea, con el fin de descubrir el alma de sus vinos a través de rincones únicos y por supuesto, catándolos luego. Un ejemplo -porque van cambiando los vinos- sería: Adaro, Pradorey Finca Valdelayegua y Pradorey Blanco.

Viticultura una

El Planazo incluye también visita a uno de los conjuntos etnográficos más impresionantes de la zona: El Cotarro, un barrio de bodegas antiguas ubicado en Moradillo de Roa, a escasos 25 minutos en coche desde la Posada. Un viaje al pasado en el que se retroceden 300 años para aprender los métodos tradicionales de la elaboración del vino en un mundo subterráneo formado por 157 bodegas y 7 lagares cueva.

 El pack completo de finca + bodega + cata + gastronomía + alojamiento cuesta 259 € por persona. Quienes lo prefieran o no dispongan de tanto tiempo, también pueden disfrutar del enoturismo más convencional y descubrir las instalaciones, sus viñedos y salas de barricas y catar tres de sus vinos por 25 € -de lunes a domingo en varias franjas horarias-. Esta opción se puede completar con un menú tradicional castellano en La Posada de Pradorey (55 €), porque cuando se visita la Ribera del Duero es casi obligatorio disfrutar de su producto de Km0 armonizado con un buen crianza (Pradorey Finca Valdelayegua) en su Posada sin necesidad de pernoctar. Eso sí, hay que reservar y esta última opción es solo para los sábados.

 

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