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TÉ PARA DOS: Andreas Kubach

Es uno de los contados Master of Wine españoles y director general de Península Vinicultores, donde aspira a elaborar “los vinos que queremos hacer en distintos lugares de España”. Andreas Kubach (de origen alemán pero residente en España desde su juventud, primero en el Mediterráneo y después en Madrid) ejerce hoy como una de las voces más autorizadas en el mundo del vino español, gracias a una apuesta personal y profesional por reivindicar el terroir como eje de la elaboración. Licenciado en Ciencias Empresariales y profundo conocedor también del negocio internacional del vino, polifacético, reflexivo y cosmopolita, le sometemos a bote pronto, en su exitoso expositor de Madrid Fusión, a nuestro cuestionario alternativo.

Texto: Luis Ramírez. Fotos: Origen

¿Cuál es su personaje histórico favorito? Quizá Marco Aurelio

¿Y su personaje de ficción? Alguno literario muy contradictorio, ni bueno ni malo. Bah, pero quedémonos con Asterix.

Recomiéndenos un libro…”Pensar rápido, pensar despacio”, de Daniel Kahneman, una aguda reflexión sobre la economía y el comportamiento económico. De esos libros que te ayudan a pensar.

¿Cuál ha sido su mejor viaje? Me he pasado la vida viajando. Los hay de dos tipos, los que tienen destinos como Japón, una cultura que fascina, pero también viajar un par de días a una zona vitivinícola cercana y no muy famosa y relacionarse con su gente. Los dos pueden tener un impacto enorme.

¿Y cuál es su viaje pendiente? Muchos, nunca he estado por ejemplo en Sudáfrica, el único destino de vino que no he tenido ocasión de visitar aún. Pero lo arreglaremos.

¿Cuál es su comida favorita? Cambia según lo que haya comido el día anterior. Me gusta todo, desde un simple pan con aceite, jamon y tomate hasta el sushi o un buen plato de verduras.

¿Y qué recetas le gusta preparar? Sorprendentemente se me dan bien las paellas valencianas. Aunque me crié allí tardé bastante tiempo en entenderlas pero hoy creo que no se me da mal.

¿Qué pasión ha descubierto recientemente? Cosas nuevas ninguna, pero creo que he reconectado con la moto y con el snowboard.

¿Qué le pide hoy a un vino? Que no me deje indiferente, que tenga personalidad y que de alguna forma me dé placer más allá de los organoléptico y lo gastronómico. Busco un placer emocional y también estético. Y suelo encontrarlo cuando el vino expresa el territorio de donde viene y cómo está hecho.

¿Le sigue emocionando el vino? Me voy haciendo mayor y cada vez hay menos cosas que me emocionan. Pero del vino no me aburro en absoluto, sino todo lo contrario. Me permite profundizar más en lo que no sé. Además, la gente del vino es fascinante y no deja de sorprenderte.

Sugiéranos una armonía maravillosa entre un plato y un vino…Se habla mucho de armonías y hay varios rangos. Pero me gusta hablar más de momentos de armonía que de armonías organolépticas en sí. Una armonía que funciona muy bien en mi caso son los grandes Riesling alemanes con los viernes por la noche. Yo llego cansando y obtuso y un Riesling me traspasa y me limpia la mente. Y si hay que poner algo de comer, un buen sushi o un pescado graso. O si tenemos jamón ibérico, un Jerez de nuevo cuño.

¿Dónde le gustaría vivir? Donde vivo. Resido en Madrid por elección. Es el equilibrio perfecto, una gran capital europea a la vez con escala humana. Yo voy caminando a mi oficina, tengo el mercado cerca; es mi forma de vida y me siento muy a gusto. Soy tan madrileño como cualquier otro.  Además la ciudad ha mejorado y se ha convertido en una capital cosmopolita de verdad.

¿Qué otra ocupación le hubiera gustado tener? La gestión siempre me ha gustado y también coordinar equipos, algo que se puede hacer en muchos ámbitos. También me atrae el mundo académico relativo, por ejemplo a la filosofía o la economía

¿Cuál es su posesión más preciada? Mi libertad y he sacrificado muchas cosas por defenderla, como dinero o prestigio. Pero me da la independencia de hacer lo que quiero.

¿Cuál ha sido su mayor logro? No lo sé, no soy consciente. Si acaso mantener la amistad y la cercanía de la gente.

¿Qué talento le hubiera gustado tener? El musical. Soy un cero a la izquierda. No tengo ritmo ni intuición.

¿Cuál es la meta que tiene ahora en la cabeza? El pequeño proyecto de Península Vinicultores. Estamos llegando donde queríamos y está siento una experiencia positiva tanto para el equipo que lo constituye como para clientes, agricultores, etc. Esa es mi ambición y estamos en muy buen momento con los altibajos normales. La meta es responder a los objetivos que nos hemos marcado pero con tranquilidad.

Si tuviera que definir un rasgo de su carácter, ¿cuál sería? No sé, mejor que lo digan otros, pero creo que soy equilibrado, no tengo extremos.

¿Cuándo derramó la última lágrima? No soy muy llorón. Es difícil que llore físicamente, si acaso con alguna peli tonta. En todo caso con la muerte de algún familiar, como mi tia-abuela, una persona muy cercana para mí.

¿Qué es lo que más valora en una persona? La coherencia

¿Y lo que más detesta? La arrogancia, porque de la maldad nadie se siente responsable

¿Qué le inspira indulgencia? Cualquier error reconocido.

¿Qué le parte el corazón? Las injusticias innecesarias y el sufrimiento que generan.

Si pudiera cambiar una sola cosa del mundo… Yo me dedico al vino. La gente malvada que hay en el sector (ríe). Tampoco sé si hay que cambiar las cosas, aunque siempre es positivo tener ganas de mejorar. En mi pequeño mundo, lucho por mejorar la percepción del vino en la sociedad, que se le considere parte esencial y cultural de la vida humana.

¿Cuál es su lema? El de Península Vinicultores: “Vinos que merecen ser bebidos”.

ORIGEN, la revista

Acceso Biblioteca Origen Digital

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