Su pesquería de cerco recibió el certificado de MSC en la localidad portuguesa de Matosinhos.
Texto: Luis Ramírez. Fotos: Origen
El activo y bullicioso puerto de Matosinhos (al norte de Portugal, en las cercanías de Oporto) es

todo un espectáculo cuando llegan los barcos sardineros, la principal riqueza local, cuya población felizmente se ha recuperado en los últimos años. El ruido de las omnipresentes gaviotas, el olor a sardina y la incesante actividad de pescadores y personal portuario conforman un espectáculo único. Hoy es un día normal de capturas, aseguran, pero alrededor de 600 personas se mueven por las dársenas en plena descarga, aunque hay muchos invitados recorriendo el puerto y dejando constancia gráfica de la febril actividad.
Entrega del certificado oficial
Nos ha traído hasta aquí la prestigiosa certificadora internacional Marine Steeardship Council (MSC) pues en este caluroso día de verano, matizado por el viento del mar, se celebra

(concretamente en la Terminal de Cruceros de Leixoes) la concesión a la pesquería de la sardina ibérica con arte de cerco del certificado oficial de pesca sostenible. Es el famoso Sello Azul de MSC, un gran acontecimiento para todo el sector tanto en España como en Portugal, como resultado del esfuerzo conjunto de los dos países en pro de la pesca sostenible de uno de sus productos marineros y gastronómicos más emblemáticos, un tesoro compartido en celebraciones populares, parrillas o conservas. Un ejemplo de cooperación ibérica.
El acto de entrega contó con la participación del ministro de Agricultura y Pesca de Portugal, José Manuel Fernandes, y, por parte española, Isabel Artime, secretaria general de Pesca, junto con la representación de las organizaciones pesqueras del Cantábrico español, Alberto Castro, representante de ACERGA (Asociación de Armadores de Cerco de Galicia), y

Miren Garmendia, gerente de OPEGUI (Organización de Productores de Pesca de Bajura de Guipúzcoa), junto a sus pares portugueses y otras autoridades.
La certificación reconoce el esfuerzo conjunto de la Asociación Nacional das Organizações de Produtores da Pesca do Cerco (ANOPCERCO) y la Asociación de Organizaciones de Productores de Pesca del Cantábrico (OPPs CANTÁBRICO), entidades que han liderado un proceso riguroso de evaluación, iniciado en septiembre de 2024 y llevado a cabo por el organismo certificador Bureau Veritas.
Puerto, lonja y conservera
Pero antes del evento, todos los participantes fuimos testigos de las descargas de sardina

durante la visita al puerto pesquero y a la lonja de DOCAPESCA de Matosinhos, participamos en una sesión interactiva con el patrón de un barco de cerco certificado MSC (para descubrir los secretos de la actividad “artesanal y ecológica” sardinera, siempre dependiente de la complejidad a la hora de encontrar los cardúmenes de sardinas, y el extraordinario presupuesto necesario para las redes que manejan los pescadores) y recorrimos la histórica fábrica de Conservas Portugal Norte, situada en el corazón de Matosinhos y todo un homenaje a la artesanía tradicional de las conservas de sardina. Exportan el 70 por 100 de su producción, no solo de sardinas, sino también de caballa, atún o bacalao. “Nuestros clientes internacionales nos pedían el Sello Azul. La visibilidad es mayor”, asegura Claudio Ribeira, gerente de la conservera.
Ahora, la pesquería certificada abarca 317 embarcaciones –185 españolas y 132 portuguesas

– que operan en el Atlántico nororiental en una “actividad apasionante y difícil”, como ellos mismos reivindican: “Nos merecemos las felicitaciones por lo que estamos celebrando y ahora hace falta que los consumidores también lo valoren”, añaden. El proceso de certificación (que prioriza la sostenibilidad, el compromiso medioambiental y una gestión eficaz de la pesquería) ha implicado a 15 Organizaciones de Productores y tres asociaciones de la industria alimentaria portuguesa en un ejemplo de cooperación transfronteriza y compromiso con la sostenibilidad. Recordemos que Portugal es el país europeo que más pescado consume por habitante y la sardina es uno de sus símbolos, sin olvidarnos del bacalao.
Entrar en un mercado nuevo
Alberto Martín, director de MSC para España y Portugal, nos dice que “cuando una pesquería se certifica entra en un mercado nuevo, el de productos certificados. Esta es la segunda pesquería de sardina que se certifica, solo había

hasta ahora una pequeña en Cornualles, en Inglaterra, y hay una demanda mundial para esta pesca avalada, tanto la que se comercializa en fresco como la que va para conserva, sobre todo en el norte de Europa y Estados Unidos. Además, no solo se trata de una ligera subida de precios sino de la mejora en la imagen y la reputación, porque el pesquero no era el sector con la mejor imagen del mundo”.
Añade Martín que “en España tenemos ejemplos muy bonitos, como la pequeña pesquería del pulpo con nasa en Asturias, que están muy orgullosos de aparecer en los medios desde que han sido certificados por MSC. A todos, este reconocimiento internacional independiente les avala también ante la Unión Europea”. Y matiza que “aunque en España se valora mucho nuestro sello, en Portugal el entusiasmo con la certificación de la sardina ha sido desmesurado por el peso que tiene en el mercado. Al fin y al cabo, en el Cantábrico y el Atlántico españoles están también las anchoas o la caballa”.
“El tesoro azul es un superalimento”
El director de MSC para el mercado ibérico añade, desde el punto de vista gastronómico y nutricional que “hay que reivindicar a la sardina como el tesoro azul que es, un superalimento, que deja una mínima huella de carbono y abunda en selenio y Omega 3. Una bomba energética que aporta grasas supersaludables. Los pescadores han de tener un reconocimiento para su trabajo, pues extraen del mar una verdadera joya. A mí me encanta comerlas a la brasa y al mediodía, acompañadas de unas verduras.

Aunque soy de Valladolid, tengo casa en Málaga y me encantan los espetos”.
Martín (que estudió Ciencias del Mar en Vigo, ha participado en proyectos de desarrollo en Africa y fue director adjunto de una ONG británica antes de incorporarse a MSC, por lo que viene “de trabajar directamente con los pescadores”) anuncia también el inicio inmediato de nuevos procesos de certificación de otras importantes pesquerías españolas que se añadirán a un portfolio del que ya forma parte una quincena de acreditaciones.
Cesa poco a poco la actividad en el puerto de Matosinhos. Pero los pescadores saben que la concesión del Sello Azul no es un punto final. Habrá que seguir faenando con pasión, cumpliendo auditorías y aplicando mejoras para preservar una actividad que es también un contrapeso ante el cambio climático y mantiene vivo un producto que es cultura y salud.





