La añada climática no ha sido fácil: la primavera ha sido muy lluviosa, ha habido corrimientos durante la floración (flores que no llegan a fecundarse o no cuajan), heladas tardías, varias granizadas y el verano, a pesar de las olas de calor, está siendo fresco. Todo ello conllevará una producción “algo justa, aunque en Menade siempre acotamos los rendimientos a unos 5.000 o 6.000 kg. por hectárea para obtener uva de más calidad”, explica Marco Sanz, responsable de viticultura.
A pesar de las dificultades, las perspectivas son buenas. “Los años frescos como el presente”, argumenta Marco, “los vinos suelen ser más finos y elegantes, suelen presentar una mayor paleta aromática y, debido a una mayor acidez, tienen más capacidad de guarda”.
Un año no apto para principiantes
La primavera fue bastante lluviosa pero, salvo las tormentas espontáneas de verano, no ha vuelto a llover. Durante la época estival han hecho una poda en verde más selectiva, han eliminado brotes y han deshojado la cara de las cepas en la que da el sol por la mañana, en busca de una mayor insolación y mejor aireación de los racimos.
El envero empezó a ver de forma muy incipiente durante la primera semana de agosto. El verano no está siendo tan caluroso como otros años y, aunque el tiempo de los próximos días será clave, en Menade prevén que la vendimia de la uva Verdejo empezará dentro pocos días, pero más tarde que años anteriores.
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