El escritor Pepe Pérez-Muelas en su imprescindible obra Homo Viator comparte una reflexión con la que se verán identificados todos los apasionados de explorar nuevos destinos: “La geografía es un viaje anticipado. Una manera de pensar en los lugares en los que se quiere estar, de intuir el destino antes de llegar a él”. ¿Quién no se ha dejado conquistar por el magnetismo de las ya casi nostálgicas guías de viaje y mapas de carreteras, así como por el inabarcable compendio de mapas en aplicaciones online que todos llevamos en nuestros dispositivos móviles?
Texto: Rodrigo García. Fotos: Iniciativas citadas
Solo la idea de preparar un viaje, de recabar información, y de anotar consejos prácticos y recomendaciones de expertos en la materia o de otros viajeros que pasaron por esos destinos con anterioridad ya significa disfrutar del destino, aun sin haberlo pisado todavía.
En este reportaje queremos intentar que nuestros lectores perciban la salinidad de la brisa me
Cataluña: de Portbou a Sant Carles de la Ràpita
Fronteriza entre España y Francia, la localidad de Portbou marca el inicio de nuestro periplo
Las siguientes paradas son Begur y Pals, bellísimos rincones de la comarca gerundense del Baix Empordà. Llegar en barco directamente al Hotel Aigua Blava en Begur y degustar una pieza entera de pescado fresco al horno es una experiencia única, como también lo es almorzar a pie de playa en el restaurante Toc al Mar o intentar descubrir dónde se encuentra el Comedor Verdor, un restaurante en Pals sin redes sociales ni web que ofrece una preciosa terraza campestre y una materia prima excepcional tanto en verduras como en pescados frescos. Además de callejear por el entramado de calles y arcos medievales de Pals, perfectamente conservado, hay que sacar tiempo para dos visitas cercanas: el Museo de la Confitura en Torrent y el Molí de Arròs de Pals, un interesantísimo proyecto de recuperación del cultivo tradicional del arroz en la comarca que estuvo a punto de desaparecer.
Otro imprescindible rumbo sur: Calella de Palafrugell, un conquistador pueblo marinero de casa blancas, callejuelas misteriosas y calas de ensueño de las que se puede tener una vista perfecta si nos dirigimos alguno de sus bellos miradores, como el Mirador de Manel Juanola i Reixach o la Punta dels Burricaires, una lengua de roca que se adentra en el agua hasta llegar en un pequeño mirador circular asomado al Mediterráneo. Si quieres seguir sintiendo la belleza de esta costa no dudes en recorrer a pie el Camino de Ronda, que une Calella de Palafrugell con Tamariú en solo siete kilómetros.
Palamós ha cobrado aún más fama gracias a su apreciada gamba roja, de sabor algo dulce, textura firme y su aroma inconfundible. Además, la Cofradía de Pescadores de Palamós ha sido pionera en aplicar con éxito desde 2007 las medidas protectoras que ahora, en 2025, Europa exige a los otros barcos mediterráneos de arrastre. Con ello han conseguido regenerar la especie y mantener su sostenibilidad. Los barcos de Palamós han aumentado el tamaño de la malla de la red para permitir escapar a los ejemplares más jóvenes, respetar vedas o instalar puertas voladoras en redes de arrastre: es la pieza que hace que la red permanezca hundida, pero estas, al contrario que las antiguas, no llegan al fondo y no lo dañan.
Continuamos hacia el sur, visitamos Sitges y llegamos, una hora después, a la Costa Dorada de Tarragona. Sus célebres Salou y Cambrils son las reinas del verano tarraconense, pero muy cerca de ellas hay rincones menos conocidos con mucho atractivo. ¿Sabías que Joan Miró decidió ser pintor en la masía que su familia tenia en Montroig? Hoy esa masía es la sede de la Fundación Mas Miró donde explican la telúrica y estrecha relación que existe entre estos paisajes mediterráneos y la obra del pintor. Muy cerca de este enclave está la almazara Olis Solé, cuya quinta generación familiar sigue cuidado los olivos y esforzándose por elaborar un aceite de oliva virgen extra premiado en distintos certámenes internacionales.
L’Ametlla de Mar nos ofrece una línea de costa de más de 15 kilómetros de largas playas y diminutas calas, donde parecen querer caer pinos para refrescarse en sus cristalinas aguas. En el Delta del Ebro nos esperan atardeceres, calma y el espectáculo de su fauna y flora. En la parte meridional del delta, encontramos Sant Carles de la Rápita, junto a la bahía dels Alfacs, uno de los puertos naturales más grandes del Mediterráneo. Concluimos nuestro viaje en la provincia de Tarragona visitando su pueblo pesquero más meridional, Alcanar. Es una preciosa villa marinera en la costa, donde todavía podemos ver a los pescadores faenando de forma artesanal y barcas de siempre fondeando frente a las casas bajas en primera línea de playa. Uno de esos sitios en los que el viajero se reconcilia con la verdad.
Comunidad Valenciana, de Vinarós a Guardamar del Segura
Tres excelentes productos muy vinculados a la tradición pesquera de esta comunidad son
Vinaròs es el orgullo pueblo marinero que ha logrado recuperar y relanzar la fama de su apreciado langostino. Jugoso, de tamaño considerable y de calidad excepcional son los langostinos de este hermoso litoral, en el que los pescadores consiguen este preciado manjar a través de técnicas sostenibles. Son muy conocidos por su calidad y textura diferente al resto de los de la costa mediterránea a causa de las aguas de baja salinidad del litoral, y un clima suave y atemperado durante todo el año. En cuanto a su sabor, puede afirmarse que se trata de uno de los langostinos más sabrosos y la delicadeza de su sabor se debe a la riqueza de alimentos de las aguas de esta costa, enriquecidos por los depósitos del río Ebro en su desembocadura.
Continuamos bordeando la costa mediterránea hasta llegar a Alcossebre, una población tranquila rodeada de numerosas playas y calas como la Romana, el Moro, Les Fonts o Manyetes, más algunas calas de aguas transparentes y vegetación natural, como cala Mundina y cala Blanca. Muy cerca se encuentra la Granja Bardomus, una almazara con olivar propios que elabora un Aove de calidad premium y que organiza degustaciones y catas de otros productos de proximidad como los quesos del Maestrat o la alcachofa de Benicarló. El restaurante más destacado de la zona es Atalaya, en Alcossebre, distinguido con una estrella Michelin y dos soles Repsol. Entre sus ingredientes imprescindibles está el queso de Tot de Poble, una quesería artesana abierta a visitas en el pueblo de Les Coves de Vinromá.
Subimos al coche para llegar a la costa de la provincia de Valencia. Nos detenemos en Canet d’en Berenguer y su magnífica playa de Racó de Mar. En sus chiringuitos y restaurantes hay que pedir el almuerzo más popular entre los locales: los huevos fritos con langostinos. Dejamos Valencia capital para un viaje posterior porque queremos adentrarnos en uno de los ecosistemas más valiosos de nuestro Mediterráneo, la Albufera. Su principal núcleo urbano es El Palmar, donde aún sobreviven algunas barracas, la construcción tradicional de la huerta valenciana. Sus restaurantes se llenan todo el año de visitantes que buscan disfruta del socarrat (el arroz tostado que queda en el fondo de la paella) y de otras delicias gastronómicas como el all i pebre (un guiso con ajo, pimentón, patata y el producto estrella, la anguila) hasta la paella de pato, un animal omnipresente en todo el Parque Natural de La Albufera.
Decimos adiós a la provincia de Valencia en Xábia mientras disfritamos de una velada única
Pasamos a terreno alicantino y nos vamos a Dènia. Allí descubrimos el Museo del Mar y la imprescindible Lonja municipal, donde veremos llegar a los marineros con la pesca del día, y cómo se subasta su pescado que después acabará en las mesas de restaurantes como Els Tomassets o Ca Pepa Teresa. Pocos lo saben pero muy cerca de Dénia se encuentra el yacimiento arqueológico de Alt de Benimaquia, que guarda los restos de la que podría ser la bodega más antigua de toda la península.
Nuestra siguiente meta es el Sendero de la Costa de Villajoyosa, un itinerario nos lleva por uno de los últimos tramos vírgenes del litoral alicantino, caminando entre playas por un acantilado frente al Mediterráneo. Son ocho kilómetros que nos llevan desde el puerto de Villajoyosa hasta la Torre del Aguiló, desde donde se vislumbra ya Benidorm. Uno los puntos más sorprendentes de esta ruta es la cala de Racó del Conill.
La costa sur de Alicante tiene tres enclaves realmente interesantes: Santa Pola, la isla de Tabarca y Guardamar del Segura. En Santa Pola se encuentra una de las lonjas de pescado más activas de la provincia, en Tabarca podrás degustar un delicioso y tradicional arroz a banda después de descubrir sus fondos marinos y en Guardamar del Segura te esperan dos playas vírgenes donde te sentirás 100% libre: la playa de las Ortigas y la playa des Tossals.
Islas Baleares, puro Mediterráneo
No es posible resumir en unas cuantas líneas la esencia de Islas Baleares pero nos atreveremos a destacar nuestros rincones preferidos de este año en Menorca, Formentera, Ibiza y Mallorca. En Menorca visitamos el centro de arte
Damos el salto a Mallorca, donde ubicamos uno de nuestros rincones favoritos en la cala que hay al final de la playa de Formentor, en Port de Pollença. Allí hay un embarcadero que ofrece uno de los atardeceres más impactantes de la isla. En Inca caemos en la tentación de las ensaimadas que elabora en el Ford Sant Francesco. Seis Oliveres es el restaurante que nunca nos falla en el bello Sóller y sentimos verdadera admiración por las hermanas Sollivela, que regentan el restaurante Ca na Toneta en Caimeri, en el interior de la isla.
La ruta de chiringuitos en Ibiza incluye tres nombres clave: el Silencio Beach Club, arropado en el corazón de Cala Molí y diseñado por el estudio de arquitectura Moredesign como un santuario íntimo e inspirador para los que buscan algo diferente; Tigre Morado en Port des Torrent con su cocina de fusión mediterránea y peruana, y Chirincana, un ejemplo de cómo la sencillez y la cocina de siempre también tienen su hueco la isla. Cerca de Santa Eulalia se encuentra este sencillo chiringuito de playa ubicado en la Cala Martin. Una vuelta a las cosas sencillas de la vida, y de la gastronomía, abanderada por platos que se disfrutan con los pies descalzos en la arena y escuchando de fondo música en directo. Dos visitas para los que buscan experiencias ligadas a productos autóctonos: la granja ecológica Can Muson en Santa Eulália des Riu, y la bodega Can Rich en Sant Antonio de Portmany, pioneros en el cultivo ecológico en la isla Pitiusa.
A golpe de ferry llegamos a Formentera. Allí no nos resistimos a tomar un arroz en Cal
Murcia, desde San Pedro del Pinatar a Puntas de Alegre
La costa de la Región de Murcia es una verdadera sorpresa para cualquier tipo de viaje
El Mar Menor es la patria del arroz en caldero, una de las joyas de la cocina marinera española. Y uno de sus templos es el restaurante Venezuela en Lo Pagán, que lo ofrece en su versión tradicional y en su versión más actual en cinco vuelcos: aperitivo de sofrito con tomate y las tripas de hígados de los pescados, ventrescas y gañiles de los pescados fritos y crujientes, tuna taza de caldo o duque, arroz en caldero y, por último, las rodajas de pescado cocido en junto al arroz y servido por separado.
Cabo de Palos es uno de los rincones con más encanto de la costa murciana, con un bello sendero que recorre sus acantilados y calas desde el puerto hasta el imponente faro, que ha reabierto sus puertas para visitas tras años clausurado. En Cabo de Palos merece la pena reservar mesa en el Miramar y en El Mosqui, visitar a primera hora de la mañana la pescadería de la calle Sirio y acercarse después a la panadería y pastelería Busquets, donde elaboran rosquillas tradicionales de la zona y ensaimadas deliciosas.
Tras darnos un baño en la cercana Cala Reona cogemos el coche para visitar Calblanque y sus playas vírgenes antes de poner rumbo hacia La Azohía, cerca del Puerto de Mazarrón, y algunas de las playas más meridionales de la región: puntas de Calnegre, donde hay que disfrutar del pulpo al horno en Casa Mercedes; la cala del Baño de Mujeres, tan virgen como bella, con su chiringuito El Líos donde se prepara un arroz con bogavante y corvina excelente, y la playa de Cocedores, que comparte titularidad entre Águilas (Región de Murcia) y Pulpí (Andalucía)
Andalucía, desde Pulpí a Cádiz
El mediterráneo andaluz recorre las provincias de Almería, Granada, Málaga y Cádiz en un inabarcable viaje de sensaciones donde se mezclan paisajes de áridos acantilados, pueblos blancos que quieren tocar la costa, fondos mari
En Almería nos quedamos con Rodalquilar, las Negras y la playa de los Genoveses y del Mónsul en Cabo de Gata, pero hay un rincón menos exprimido por los turistas que nos tiene conquistados: La Almadraba de Monteleva. Se trata de un pequeño pueblo de pescadores, cercano a las Salinas del Cabo de Gata, con una iglesia al borde de una inmensa playa de arena fina. Para comer, el mejor pescado frito en El Palmito. Y atención a Garrucha, a su celebérrima gamba roja y al Mesón del Puerto, un lugar perfecto para degustarla.
De la gamba de Garrucha saltamos a la quisquilla de Motril, ya en plena costa tropical de Granada. A esta quisquilla le gusta vivir en la oscuridad de los profundos arrecifes del Mar de Alborán, aunque le ser humano ha aprendido a criarla también en criaderos controlados donde obtiene un tamaño un poco mayor. Esta quisquilla de Motril se consume cruda, o casi cruda tras apenas tres segundos de cocción.
Dirección oeste, hacia Málaga, tenemos que detenernos en una de las playas más agradables y menos masificadas de este litoral: la playa de Cantarriján, en Almuñécar. Mitad textil, mitad nudista, la calma está asegurada así como un momento de culinario placer en el chiringuito La Barraca con sus sardinas a la plancha, sus puntillitas de calamar y el pescado de roca.
La provincia de Málaga nos espera con su inabarcable oferta turística en Torremolinos, Benalmádena, Marbella, Fuengirola, la propia Málaga capital… Algunas de nuestras recomendaciones son Los Marinos José en Fuengirola con su maestría con pescados y mariscos locales de primerísima calidad o La Taberna de la Niña del Pisto, en pleno casco antiguo de Marbella donde el chef Dani García suele ir cuando le apetece un tapeo tradicional. En Málaga capital, pero en el poco gentrificado barrio de la Trinidad, está la marisquería Liñán. Todo aquí rezuma aires de antaño pero con un producto sublime: cañaíllas, conchas finas, patas de buey de mar, gambas…es de esos bares que nunca deberíamos dejarlos marchar. En San Pedro de Alcántara nos detenemos para entrar en Pan Bendito, la mejor panadería de la zona, con panes 100% ecológicos y elaborados con harinas ancestrales.
Llegamos a Cádiz, fin de nuestro viaje por el mediterráneo peninsular e insular. Aquí las aguas mediterráneas y atlántica se entremezclan en el mestizo estrecho de Gibraltar y elegimos la playa de Bolonia como meta definitiva de nuestro viaje. Antes de llegar allí pasamos por Tarifa, donde el atún de almadraba es objeto de verdadera devoción. En el bar Siglo XIX nos espera una curiosa tosta de atún con trufas, y en el Bar El Francés hay que probar sus albóndigas de atún. A pocos kilómetros de Tarifa está la espectacular playa de Valdevaqueros, donde el viento es un habitante más y que favorece en cierta medida la propia naturaleza que rodea este inmenso arenal que, de momento, se ha escapado del voracidad constructora y urbanística. En esta playa el chef Dani García ha abierto una de sus sucursales de BiBo, con una carta diversa y sabrosa que encaja a la perfección con su entorno.
Nos acercamos ya al ocaso de este viaje, y no puede ser en un sitio más mágico que la playa de Bolonia, donde hace más de 2.000 años los fenicios y los romanos ya instalaran sus primeras factorías de garum en la península Ibérica. A escasos metros de este yacimiento arqueológico nos sentamos a ver el atardecer en la terraza del restaurante Otero Bolonia. Si algo favorece el acuerdo entre seres humanos es la calma y la belleza, y en Bolonia no puede haber nadie que no las sienta. Ya lo hacían hace dos milenios. Lo seguimos percibiendo hoy. Y lo harán los que vengan detrás de nosotros, siempre.
Ceuta, puerto milenario
Pocos lugares en España expresan con tanto orgullo su origen mestizo y viajero como Ceuta.
Melilla, joya modernista
La modernidad del mundo occidental y el exotismo norteafricano se mezclan en esta ciudad
LA RECETA
Arroz en caldero
Restaurante El Mosqui (Cabo de Palos, Murcia)
Ingredientes:
Elaboración:
Se limpia bien el pescado y las ñoras. Las ñoras se pasan por el mortero y se pelan los dientes de ajo.
En un recipiente amplio y con fondo se fríen las ñoras con el aceite de oliva virgen extra y se apartan. En el mismo aceite de oliva se fríen las cabezas de pescado y se reservan. Se repite la acción con el tomate pelado troceado y se añaden dos litros de agua.
Una vez añadida el agua, se pican las ñoras y una cabeza de ajos para dejarlas cocer en el recipiente cinco minutos. Se añade el pescado para cocerlo, siempre cortado en rodajas que luego se podrán incorporar al plato junto al arroz o por separado. A este pescado se le añaden azafrán y pimienta junto a una pizca de sal.
Tras todos estos pasos, se extrae una taza de caldo y se añade el arroz que cocerá durante aproximadamente veinte minutos que se terminará de hacer con los langostinos y las quisquillas.
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