El Grifo (www.elgrifo.com) ha conseguido un tinto muy reconocido gracias a procesar partidas homogéneas de uva; a no estrujarla para evitar la rotura de los granos muy verdes o muy maduros. También porque las maceraciones son más cortas y a temperatura muy controlada, y se separan los hollejos del mosto antes de finalizar la fermentación alcohólica. A continuación, por barrica pasan algunas partidas que se mezclan después con el resto.
Si bien, para entender el contenido que llena ahora la copa es importante mirar hacia atrás y recordar que hasta el siglo XVIII, los vinos canarios fueron casi exclusivamente blancos, pero con la decadencia de la Malvasía, que se había iniciado a finales del XVII, se abrió paso en Tenerife, mediado el XVIII, un nuevo tipo de vino de exportación, semejante a los de Madeira y Oporto de la época.
Se trataba de un blanco algo coloreado con tinto y alcoholizado con aguardiente que se suministraba a los británicos cuando sus barcos recalaban en dicha isla para vender sus mercaderías o cuando realizaban escala camino de la India y de las Trece Colonias americanas. Cuando éstas declararon la independencia en 1776, continuaron aprovisionándose del conocido como Falso Madeira. Fundamentalmente era de Listán Blanco, al que se añadía algo de tinto de procedencia peninsular, especialmente del puerto de Bilbao, y cierta cantidad de aguardiente llegado de Cádiz y proveniente de Levante, Cataluña y Mallorca.
La oposición de los cosecheros a la importación de tinto (que no se elaboraba en Tenerife) y del aguardiente, impulsó la plantación de variedades tintas en la segunda mitad del XVIII. Listán Negro se impuso y, a lo largo del siglo XIX, el vino tinto se convirtió en el preferido de los tinerfeños.
Lanzarote fue la última isla en sumarse a la viticultura porque hasta las erupciones de 1730-1736 el cultivo era realmente difícil. Heredó las variedades de las otras islas, también la Listán Negro para mezclarla con la blanca, por la creencia de que un poco de tinta ayudaba a la conservación. De ahí que las vides no se plantaran agrupadas, sino mezcladas con el resto y, por tanto, todas se vendimiaban y se pisaban en el lagar. En los años sesenta y setenta del XIX los tintos empezaron a elaborarse en modestas proporciones.
Fue en el último cuarto del siglo pasado, cuando se evitaron las podas en verde y los despampanados excesivos. Las maceraciones se acortaron, descubando antes de que finalizara la fermentación alcohólica. Se evitó, además, el estrujado para que no se rompieran los granos verdes o excesivamente maduros. Se comenzó a vigilar la maduración de la uva, seleccionando y vinificando partidas homogéneas.
El Grifo Tinto Colección hace gala de una personalidad acusada; resulta original y acompaña idealmente arroces, carnes rojas, quesos curados y embutidos. Ya no es el patito feo y comienza a obtener el reconocimiento en Concursos Internacionales. Como muestra:
El Grifo Tinto Colección 2018
PVP: 16 euros
www.elgrifo.com
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