Gracias a ello, María Andrea y Eduardo Peña 2018 destacan en esta ocasión con una mayor acidez natural y un aumento tanto en intensidad como en diversidad y complejidad de los aromas primarios. En su conjunto, han conseguido un mejor equilibrio de las sensaciones aromáticas y gustativas.
Una vez conseguidos los objetivos en cuanto al trabajo de elaboración se refiere son los detalles los que pueden marcar su diferenciación. Por ello, Eduardo Peña desde sus inicios decidió dar importancia a su sello de identidad y los nombres de sus vinos tienen un significado muy especial para esta bodega perteneciente a la D.O Ribeiro.
Tanto por su nueva apuesta en este 2018 como por las etiquetas que lo envuelven, los vinos de Eduardo Peña prometen seguir dando mucho de qué hablar…
La niña mimada de la casa, María Andrea, hace honor a la heroína orensana reconocida por su lucha contra los ingleses al más puro estilo de Agustina de Aragón. Se trata de un vino elaborado mediante la maceración de las variedades Treixadura, Loureira y Albariño. De color amarillo pálido y ciertos reflejos alimonados; limpio, transparente y brillante con buena lágrima. En nariz destaca por su marcado carácter varietal y muy afrutado, elegante e intenso, notas cítricas de limón y laurel, mango, melón, membrillo y flores amarillas.
De estructura media y ligera textura grasa, ágil y fresco, de buena acidez, muy afrutado y de gran persistencia.
¿Y cómo no hablar de su hermano mayor? Eduardo Peña, un Ribeiro que representa también a una heroína, en este caso, más familiar. Eduardo Rodríguez, propietario de la bodega, antepone el apellido materno para nombrar a su vino estrella y así, hacer honor a su querida madre, fallecida cuando él era un niño.
Un vino serio elaborado con las variedades de Treixadura, Godello, Lado y Loureira. Con volumen y con un final frutal que ha conseguido encandilar a todos los que han querido conocerlo.
En el Lugar de Barral
Los viñedos ubicados en una hermosa ladera-mirador en el Lugar de Barral de Castrelo de Miño han permitido la elaboración de grandes vinos a partir de viñas jóvenes plantadas desde 2004. La bodega, escondida entre ellos y prácticamente excavada en sentido horizontal, ofrece una ubicación excepcional permitiendo una regularidad en la elaboración de sus vinos blancos difícil de conseguir.
Gracias a estas instalaciones y a la marcada filosofía que Eduardo Peña ha mantenido desde sus orígenes, la bodega ha podido mostrar el carácter y potencial de las variedades autóctonas de la zona: Treixadura, Godello, Albariño, Caiño, Brancellao, Sousón y Loureira blanca.
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